Ay papá, tú sabrás entender nuestra existencia plana…
Tómalo con cariño, qué de pura ternura he cometido esta tremenda carta.
Tú tienes la frente amplia, tu corazón agrario…
Qué por mí, cuando sea preciso, te juegas el pellejo, no lo niego, no dentro a medir eso.
Qué te he visto aguantado atropellando el tiempo.
Cuando apiño mis sueños, lo hago sin rebeldías… sin sublevo; lo hago así, con tristeza… pero con esperanzas, en tu conciencia abierta.
Y tú, a veces, tan alzado del genio…?
Antes de defenderte, si te incumbiera hacerlo; mira un poco por dentro.
Mi carta es pa´ un amigo, que no quiero doblarte.
De enemigos, es ley; se tanteen en fuerza…
Y sin recelos padre, que el Amor, nada pierde, si es que subo la frente. El Amor, solo gana, si de la misma altura, respetamos este paisaje humano, perpetuo de la Vida.
Quiero sentir tus ojos de esperanza, brillantes de esperanzas, de ese mañana puesto, en mis manos pequeñas.
Déjame ser al menos, esa ilusión de sangre que le hiciste a la muerte.
Quiero ser brazo armado, quiero ser un galope, quiero ser la mujer buscando mi Conciencia.
Condicionan mi vida, me entregan un “instinto maternal", que le dicen; incubado a muñecas.
Y algún padre -tú sabes- nos rechaza en silencio, por brotar “incompletas”…
Debe ser la inocencia –que no digo, ignorancia- que hasta hoy, que se sepa; es el hombre en su ser, quién determina el sexo.
Nos regalan cocinas, cacerolas pequeñas… y entre plato y cucharas, otra vez la muñeca.
No quieren que me ría, con esa risa abierta; no encaja en el sistema!
Debo ser señorita.
Y cuando el hijo hombrecito, se desgancha la ropa?
Justifican el hecho... destino de cachorro.
¿Es que yo, nací vieja?
¿Qué pasaría padre, si un día no lejano, no imperara la fuerza?
¿Qué harás con tus lagartos; cuando algún argumento, no se defina a gritos, ni golpeando la mesa?
¿Qué pasará más tarde, cuando un arma liviana, se acomode a mis manos compartiendo trincheras?
Yo no vengo a pedirte que reprimas al macho, que engendraste como hijo; tú hijo predilecto.
Muéstrale la cocina, los platos, la bajilla…
¿O que no es digno en él, conocer las pamplinas?
… Y si no es digno en él; ¿por qué es propio en tu hija?
¿O soy segunda clase, aplastada en la vida?
Sale a ver los juguetes que existan pa´ las hijas… Y te va ha dar vergüenza, de este destino oscuro, acordado a las niñas.
Que hasta la “voz sagrada” –que le dicen- de Roma, nos niega el ser humano.
Divino para “otros”, de oficiar una misa… de andar por ahí, no más, “perdonando pecados”.
¿O es que en la fe de un hombre, hay más fe que en la mía?
… Es verdad, soy mujer; y tengo menos fuerza.
Ay padre! Si supieras… en tu mundo de machos, lo que cuesta ser hembra…
Comparada la tierra, comparada la luna…
Yo, quisiera ser Sol y calentar tu vida.
Llenarte y preñarte los ojos, de tibieza y salitre, de frutales y andamios, de Ciencias y herramientas…
Si consigo vivir, en la luz de mis días…
Yo seré, en el colegio, la calle, la vida… Tan entera y jugada, que cualquier hijo macho, barba y torso cuadrado superando a la vida. Tengo también derecho ser la mano certera, no me tomes por débil! Si no hombreo muy fácil el quintal de la vida.
Que si miro mi vieja… consumió su destino; orillando cazuelas…
Y en lo lento del tiempo, su corazón campana; se le ha ido volviendo de muñeca de trapo, hasta ovillo de lana.
Exijo para mí, un destino de flecha!
Y en mí mano, la igualdad de la lanza, la igualdad del salario, mi lugar en lo humano!
Y mirar en tus ojos, el orgullo de ver como crecen mis pechos.
Y al montar a caballo, no andar a media rienda.
Quebremos el sistema, que me tiene dormida…
Y estaremos, las mujeres y hombres; codo y hombro, en la lucha!
¿Qué haremos padre, dime?
¿De qué puede servir todo ese Mundo Nuevo que buscas pa´ los machos, si una mitad humana, se va quedando fuera?
Va llegando el momento que cumplas tu destino.
Ha llegado el momento, que por tu hija hembra, te juegues el pellejo!
No lo hago por “alarde”:
Sostener en el vientre, levantar en la vida, de la infancia hasta arriba, el recambio de manos, pa´ engordar los talleres!
Mi vida “improductiva”, pone la sangre joven, multiplica los brazos! Pal´ bien aprovechado patrón universal, mercado del trabajo!
Alguien puede decirme que no escriba a mi padre, cosas que hay que amarrar solo entre las mujeres.
Que tú, también papá, vendrías mal formado, enfermo de machismo!
Pero también nosotras, andamos derramadas… de cariño, en cariño.
Amarrada a los hombres, por todos los caminos.
Y no te pido nada, porque de ti, aprendí: “Que el patrón, nada otorga... Si lo que deseamos, no se gana en la lucha.
Como el Derecho a Voto, que valió tanta vida! De fuerza, de esperanza, de lucha y contra lucha!
Al final, se me antoja; que soy de gestos mansos. Si empujada a rigores, cobijo rebeldías!
De plano, entro a comprender; que la ley, con ser pareja, han sabido perpetrarla a espalda y en contra mía.
Y no estoy resentida, y a ti, te quiero siempre, y te quiero bien fuerte!
Espero tu respuesta.
Tu hija, que te quiere.
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Esta es una copla, sencillamente maravillosa. Más maravillosa aún, porque es realizada por dos hombres maravillosos, que en un acto de sensibilidad, amor y empatía con nuestro género, nos han dedicado esta Obra Maestra, como es 8 de marzo.
Ellos son: Quelentaro (Hermanos del viento), un dúo del sur de mi país, oriundos de Angol, pueblo ubicado en la IX región de la Araucanía, cercano a Temuco (mi ciudad natal).
Si tienen la oportunidad de escucharlos; háganlo, se los recomiendo. Son sencillamente maestros dentro de su arte. Son cantores populares, que rescatan lo más pulcro de la esencia del pueblo campesino, del hombre y la mujer humilde.
De antemano, les doy infinitas Gracias por tan bello homenaje.