Translate

martes, 14 de septiembre de 2010

Canto a Lautaro y Caupolican.

Comencé por andar por caminar la patria.Y entrar por ella hacia dentro…
Entrar, hacia el pasado por el río de la historia. Me encontré con los viejos héroes, ya muchas veces cantado… Pero quise hacerlo yo, a mí manera:
Y estos son los versos, que dediqué a nuestros Generales Araucanos.
Uno, te contará el suplicio del toqui Caupolicán. Y el otro, te dirá cómo, nació de la resistencia; la disciplina.
Lautaro. El General Lautaro, que derrotó a Pedro de Valdivia. Fue un tipo nuevo de guerrero, que forjó la UNIDAD de la gran guerra patria.

Comienzo entonces, con

“El empalado”:

Pero Caupolican, llegó al tormento.
Ensartado en la lanza del suplicio,
entró en la muerte lenta de los árboles.
Arauco replegó su ataque verde,
sintió en las sombras el escalofrío,
clavó en la tierra la cabeza,
se agazapó con sus dolores.
El toki dormía en la muerte.
Un ruido de hierro llegaba del campamento,
una corona de carcajadas extranjeras…
y hacia los bosques enlutados,
solo la noche palpitaba…

No era el dolor,
la mordedura del volcán abierto en las vísceras…
Era un solo sueño del bosque,
el árbol que se desangraba.
En las entrañas de mi patria,
entraba la punta asesina,
hiriendo las tierras sagradas.
La sangre quemante caía,
de silencio en silencio…
Abajo, hacia donde está la semilla,
esperando la primavera.
Más hondo caía esta sangre,
hacia las raíces caía,
hacia los muertos, caía.
Hacia los que iban a nacer.

La sangre toca un corredor de cuarzo,
la piedra crece donde cae la gota.
Así nace Lautaro, de la tierra.

Lautaro era una flecha delgada…
elástico y azul, fue nuestro Padre.
Fue su primera edad, solo silencio…
Su adolescencia, fue dominio.
Su juventud, fue un viento dirigido.
Se preparó como una larga lanza
Acostumbró los pies en las cascadas
Educó la cabeza en las espinas,
Ejecutó las pruebas del huanaco,
Vivió en las madrigueras de la nieve
Asechó la comida de las águilas,
Arañó los secretos del peñasco
Entretuvo los pétalos del fuego…
Se amamantó de primavera fría.
Se quemó en las gargantas infernales
Fue cazador entre las aves crueles
Se tiñeron sus manos de victoria!
Leyó las agresiones de la noche,
sostuvo los derrumbes del azufre.

Se hizo velocidad, luz repentina!
tomó las lentitudes del otoño…
trabajó en las guaridas invisibles,
durmió en las sábanas del ventisquero,
igualó la conducta de las flechas.
Bebió la sangre agreste del camino
Arrebató el tesoro de las olas.
Se hizo menaza como un Dios sombrío.

Comió en cada cocina de su pueblo.
Aprendió el alfabeto del relámpago
Olfateo las cenizas esparcidas…
Envolvió el corazón con pieles negras.
Descifró el espiral hilo del humo
Se construyó de fibras taciturnas
Se aceitó como el alma de la oliva
Se hizo cristal de transparencia dura.
Estudió para viento huracanado
Se combatió, hasta apagar la sangre.
Solo entonces, fue Digno de su Pueblo.


No hay comentarios: