Cada cierto tiempo, cada ciertos periodos del año (y no es
que sea primavera) no importa la estación ni la condición, pero esporádicamente
siento cierto desazón aquí adentro, entre el pecho y la espalda… algo así como
si otra –la otra yo- quisiera arrancar, irse lejos, muy lejos de esta tanta “paz”,
de esta tanta quietud, de este tan “perfecto orden” que honestamente, me parece una vil mascarada.
Alguna profesora o terapeuta me diría: Lo que pasa es que
estás pasando por un “periodo de reflexión… “Te estás mirando en tu espejo
interior…” Y quizás, alguien más común me diría: “Estas pasando por un bajón”.
Pero yo hace muchos años que dejé la universidad (por ende,
no hablo con profesores) y no acostumbro a frecuentar terapeutas… No porque no
los necesite, sino más bien porque pienso, siento y percibo que ellos están
demasiados insertos en el sistema y en el fondo su visión de mundo radica mucho
en que pasen pronto los 45 minutos de tratar a estos “inadaptados sociales”,
facturar y agendar la próxima visita sin mayores preámbulos. A decir verdad,
aún no he dado con ese ser especial al
que yo pueda llamar, Terapeuta.
Así las cosas, no me queda de otra que seguir indagándome, recorriéndome,
auto conociéndome cada día más… no sé que más lejos se podrá llegar… Y duele.
Llevo más de 30 años en esto, y aún duele. A ratos me duele la piel –literalmente-
hubo un tiempo en que mi cuerpo me pasó la cuenta, fue tanto mi desazón, que
desarrollé nódulos en las cuerdas vocales. Me operaron, y al parecer todo está
bajo control. Pero en realidad, esto es
lo de menos. Por lo menos para mí, es lo de menos. Mi real problema radica en
la sensibilidad. No sé si lo normal sería ser menos sensible, quizás no soy muy normal en esto tampoco… y si he “salvado”
hasta ahora, ha sido única y exclusivamente que mi psiquis ha desarrollado verdaderos
campos minados de fortalezas para
ajustar ciertos trajes a la medida de defensas y autodefensas que me he calzado
a lo largo de toda mi vida. La gente a menudo me ve fuerte, autentica, optimista
(muy optimista) hábil, inteligente y cercana. Quizás en esto último es donde se
escapa mi ser herido… lo gracioso es que nadie lo nota así. Y así han pasado años tras años, y cada
persona que me ha conocido y tratado, de seguro tiene una imagen y opinión de
mí que dicta bastante de lo que realmente soy íntegramente (comenzando por mi
propia familia) y quizás, el que más
cerca ha llegado de conocerme ha sido mi hijo…
Soy fuerte, es verdad. También soy valiente (lo cual no
implica que no haya sentido miedo, de hecho, de no haberlo sentido, no sabría
que también sí soy valiente…) Soy
alegre, y siempre intento fijar la mirada en el lado del vaso lleno en vez del vacío
(a menudo me resulta, a menudo…) Soy cercana (o por lo menos, intento serlo)
porque he estado demasiado tiempo de mi vida sintiéndome devastada por dentro y
no quisiera que nadie se sienta así, sin que tenga una mano que apretar, un
hombro donde llorar, un oído que escuchar o simplemente una mirada de “no te
preocupes, yo te entiendo”…
Y es así como he ido pasando esta existencia. A decir
verdad, y para no ser mal agradecida, no he tenido un mal pasar… la mayor parte
del tiempo he tenido lo suficiente para ser feliz, y lo he sido. Pero mi roce
con la depresión es exógena. Hay días en los cuales me despierto más consciente
de todo que otros. Y es ahí donde mis fortalezas comienzas a craquelarse…
He hecho cosas, no sé si mucho o poco, pero las he hecho.
Cosas por sumar esfuerzos, por contribuir a cambiar el al revés… y por motivos
que no explicaré ahora, todo a concluido en un rotundo fracaso. Muchos dirían que ya basta! Que ya lo olvide,
que disfrute mi vida, que me preocupe de mí, que tengo más que muchas personas
quisieran para ser feliz, que me enfoque en eso, que me lo merezco, que disfrute,
que ya basta. Y créanme, lo he intentado y me repito a diario… Cuando veo los
ojitos de mi hijo, que dicho sea de paso, entre los tantos posibles, para mí es
lo único que realmente vale la pena en esta vida… Y ahí voy… recomenzando a
diario. Con culpa de no sé qué… pero
aquí voy.
Mejor dicho, sí sé lo que me mortifica. Todo es exógeno
(reitero). Sé que no está a mi alcance cambiar nada. Pero cresta! Como alguien
puede ser 100% feliz si en este mismo planeta hay personas muriendo de hambre, huérfanos
con pérdidas terribles, el África, Haití, Gaza, todo el Medio Oriente y la
explotación y postergación Latinoamericana! Para terminar en las desigualdades
e impunidad de mi propio país. Los más de 600 niños abusados y muertos a cargo del Sename estos últimos años.
La corrupción, el robo macro de las transnacionales, el nulo estado de bienestar,
el saqueo de Chile y que a la larga nos tiene a todo el país idiotizados
trabajando solo para pagar deudas (porque aquí todo es deuda) olvidándonos de
vivir realmente! De crear, de crecer, de cultivarnos, de estudiar sin
endeudarnos. Levantarme todos los días y darme cuenta que por mucho que trabaje
y trabaje, mi pensión de vejez será una miseria para morir de hambre y que eso
a nadie le importa! Porque ni siquiera a mis contemporáneos le importa, porque
el sistema los bombardea con desinformación e idioteces de falso exitismo,
porque no tienen tiempo ni para pensar… Todo eso, hay días como hoy que me
golpean las sienes. Entonces, me niego a
contar hasta 10… a inhalar y exhalar (cuando inhalo y exhalo veneno… literalmente)
entonces no quiero desviar la vista, porque al retomar lo postergado nada de esto habrá desaparecido
por “arte de magia”. Entonces me encuentro aquí, mirándome de frente, y me
vuelvo a preguntar: ¿Qué hago aquí?
Quizás soy un alma muy vieja, quizás vengo de muchos siglos
y siglos atrás… Quizás esta existencia es solo un respiro… un Oasis en el
desierto… quizás después de quién sabe qué pesares me merezco esta momentánea paz… Y sí, siempre
he estado consciente que por estar al lado de mi hijo, ya todo lo vivido y por
vivir valdrán la pena… agradezco al creador por semejante bendición. Pero no
puedo dejar de sentir esta impotencia, esta rabia frente a las injusticias y
miseria humana… Sí, soy una inadaptada y
sufro por eso. Sufro porque me resisto, no puedo y nunca podré adaptarme a una
sociedad enferma.
Es todo, lo siento, lo pienso y lo superaré (mos).
¿Y tú qué piensas? ¿Ya te adaptaste? ¿Ya te mataron por
dentro?
Yo por lo menos lo pienso… ¿Y tú?.